Cuando sea mayor quiero ser niña otra vez.
Ojalá fuéramos conscientes en nuestra infancia de lo felices, capaces y habilidosos que éramos. Visto desde la madurez, la infancia parece la mejor etapa: los niños y niñas ponen toda su energía en el momento presente y en disfrutar de él, una habilidad que perdemos con el paso del tiempo. Pero llegan a nosotros vivencias que nos marcan para siempre, circunstancias que nos cambian la vida y dejamos atrás nuestra esencia más pura.
Cuando observamos a la infancia con atención vemos niños y niñas que se atreven a decir que no, que son políticamente incorrectos y espontáneos, que se permiten experimentar toda su gama de emociones y que no se reprimen a la hora de expresarlas. Pero pronto llegamos los adultos para frenar esa libertad y es entonces cuando se acaba el ser feliz, capaz y habilidoso. En los talleres de la niña interior algunas hemos recordado partes de nuestra infancia en las que éramos libres, o al menos nos sentíamos libres para ser nosotras mismas, y nos hemos dado cuenta de que queremos recuperar esa libertad. Bailar sin miedo al qué dirán, llorar sin miedo a recibir reproches por parte de nuestros padres o profesores, reír a carcajadas sin que nadie nos diga que estamos montando un escándalo… son cosas que en algún momento de nuestra vida hemos hecho y disfrutado pero que muchas de nosotras dejamos atrás porque vino un adulto y nos dijo que eso no era lo correcto o que no estaba bien.

Hoy os invito a que volváis a ser esas niñas felices y sobre todo esas niñas libres: lo que un día os dijeron puede que hoy ya no os sirva.
Piensa en cuando de pequeña te planteabas tu futuro laboral: «De mayor quiero ser astronauta», decías, y pronto alguien cortó tus alas (probablemente algún familiar o profesor) y te dijo que esa profesión es muy difícil o que es solo para niños. Vuelve a conectar con tu niña y devuélvele sus alas, dale la libertad que se merece.
Yo de mayor quiero ser niña de nuevo, ¿y tú?